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Control de Arena

Control de Arena

Una malla de pozo debe prevenir eficazmente el movimiento excesivo de arena hacia el pozo. Un pozo con bombeo de arena corre el riesgo de colapsar y puede causar un desgaste significativo de la bomba, lo que reduce la utilidad del agua producida.

En pozos tubulares, donde la malla entra en contacto directo con la formación natural, las aberturas de la malla suelen dimensionarse para retener entre el 50 % y el 90 % del material de la formación. Para arenas finas uniformes, puede ser necesaria una tasa de retención del 90 % para garantizar la estabilización. En formaciones gradadas (por ejemplo, mezclas de arena y grava), una retención del 50 % puede ser suficiente, siempre que se apliquen las técnicas adecuadas de desarrollo del pozo.

En pozos con pared de grava, se coloca un relleno de grava o arena especialmente seleccionado entre la malla y la pared del pozo para estabilizar la formación. En este caso, las ranuras de la malla se dimensionan únicamente para retener el material del relleno de grava, no la formación natural. Dado que la grava artificial puede ser de 3 a 5 veces más gruesa que la formación natural, se pueden utilizar aberturas de malla mucho más grandes, lo que representa una ventaja significativa en formaciones de grano fino. Sin embargo, a medida que el material nativo se vuelve más grueso y granulado, los beneficios de la construcción con muros de grava disminuyen.

Este enfoque equilibra el control de la arena con una eficiencia hidráulica óptima, garantizando el rendimiento del pozo a largo plazo y minimizando los problemas de mantenimiento.